4.25.2008

El sabor del amor como perlas de agua.

Llevaba 4 meses viviendo en Guadalajara. Me costó acostumbrarme a estar sola, pero lo logré. Reinaba en mi independencia, el mundo era mío. Salir a recorrer la ciudad era la mejor aventura. Lo disfruté y me enamoré de ese país. Los desconocidos eran parte de mi nueva vida, los amigos pasaron a ser hermanos y conocer a Tyrone fue lo mejor que me ha pasado.

Me junté con mi hermana en el DF para hacer el que ha sido, el viaje más increible de mi vida. Horas antes de irme de Guadalajara, Tyrone y yo habíamos peleado, terminando nuestra relación. El viaje por México y Guatemala sería volver a reencontrarme, pero el amor ciego que sentía por Ty hizo que la que la emoción de mi viaje se transformara en buscar un ciber café para ver si me había escrito. Hasta que lo hizo, diciéndome que no concebía su vida sin mí y que el amor que sentía era inexplicable. Nunca dejamos de escribirnos. Me contó que tenía trabajo nuevo, que pasaba por afuera de mi casa todos los días para acordarse de mi, que estaría en el Terminal cuando volviera a Guadalajara y me ofreció irme a vivir con él. Le respondí que iríamos viendo todo en el camino, pero que lo único que me importaba era tenerlo cerca.

Llegó el día de la despedida de mi hermana. La dejé en el aeropuerto del DF y me fui corriendo al Terminal para llegar lo antes posible a Guadalajara. En el camino, las mariposas no me dejaban tranquila. La ansiedad por ver a Ty tampoco. Una hora antes del término del viaje, entré al fétido baño del bus, me arreglé, me peiné, me maquillé. Quería que Ty me viera más bonita que nunca.

Por fin el bus se detuvo. Había llegado. Me bajé tiritando de nervios. Busqué mi bolso y te vi. Estabas comiéndote las uñas, supongo que igual o más nervioso que yo. Entré a la sala de espera y te susurré "Ty", inmovil mientras tú te acercabas. Tomaste mi bolso, lo dejaste en el suelo, me abrazaste con ganas y me diste un beso tierno. Me tocabas la cara, me dabas besos, te reías sólo. Nos subimos a un taxi de la mano. Yo te molestaba por tu corte de pelo al estilo James Dean que no me gustaba para nada, pero tú habías ido a la peluquería para verte bien para mí. Llegamos a tu casa y salimos a comprar unos tacos. Volvimos, conversamos, te conté del viaje y tú, tus aventuras solo en aquella ciudad. Te sentaste al lado mío y nos quedamos mirando a los ojos por largos minutos, mientras nos decíamos todo en silencio. La luz acompañaba el romanticismo y después 35 días, volvía a estar en tus brazos, tocar tus labios, olerte y sonreír por tenerte cerca. Lloramos y nos juramos amor eterno, ¿Te acuerdas? Que nos sentíamos ridículos llorando porque no había ni una razón para llorar, pero estábamos repletos de felicidad.

Estuve contigo una semana en esa casa. Isabel se devolvía a España y me dejaba el departamento unas cuadras más arriba. Tú me ayudaste a cambiarme a ese lugar, el que luego se convirtió en nuestro hogar. Las mejores noches eran cuando te esperaba en el balcón lleno de velas con la comida lista y tú me gritabas "Julieta" desde la calle. Esos domingos donde no nos levatábamos y pasábamos todo el día regaloneando. Cuando me escondías flores en algún rincón de la pieza. O los insomnios que pasábamos caminando hasta altas horas de la madrugada en esa ciudad donde fuimos familia. Cocinar y hacer el aseo juntos, sobre todo el equipo que formábamos para lavar la ropa a mano. Ver películas todas las noches y cómo me alegabas cuando me quedaba dormida. Ir al supermercado una vez a la semana, que era mi fascinación. Ser la más feliz al verte llegar y la más triste cuando te tenías que ir al trabajo. Tanto así que al final dejabas que te acompañara. Poner el despertador 10 minutos antes para poder hacerte masajes antes de que te fueras a trabajar, para que se te pasara lo mal genio.

Yo lo recuerdo todo como si fuera ayer y se me salen perlas con sabor a amor por los ojos. Te cuidé tanto, eras mi más preciado tesoro. Teníamos tantos planes. Mi día comenzaba y terminaba contigo, y ni siquiera nos dejaron despedirnos. Tuve que viajar a tu país para poder creer te habías muerto. Hice todo lo que alguna vez me contaste que querías hacer conmigo. Cuando volví a verte fue en el ataud. Me quedé contigo una hora, no entendiendo nada. Te rogué que despertaras, que no me dejaras sola. Te di un beso, te abracé, estábas frío. Me devolví a Chile con tus cenizas, para tener mi propio funeral.

Hoy, con y sin ti, espero con ansias el plan de volver algún día a esa ciudad, sentarme afuera de nuestro departamento y volver a sentirme tan viva como lo era contigo. O atreverme a hacer todo lo que queríamos, pero ahora sola. Algunos dicen que estoy loca para hacer eso y yo respondo, ¿Y qué sabes tú? Más loca estaba cuando estaba contigo, ¿no, Ty?

4.23.2008

TY

Peleábamos muchas noches. Me iba enfurecida a la cama, te decía cosas hirientes, me daba vuelta y no te hablaba más. Pero debo confesarte que nunca podía dormir tranquila. Cuando ya la luz empezaba a entrar por las ventanas, me daba vuelta y me quedaba mirándote, contemplándote. Y de a poco empezaban a correr las lágrimas de rabia, de angustia, de emoción...de amor. Me sobre llevaba el hecho de que al lado mio, durmiendo y haciendo ruidos raros, estaba el hombre que me había dado el mejor regalo en 25 años, eso a que todos esperan poder sentir... esa felicidad plena, el respirar pasión, tocarte y que me dieran escalofríos, mirarte y sonreir. Justo ahí, te daba un beso, extendía tu brazo cuidadosamente y acurrucaba mi cabeza en él para decirte con un gesto, que te amaba más que a mi propia vida. Te dejaba durmiendo y bajaba al negocio de la esquina vestida con tu traje de baño verde y tu polera amarilla, porque me encantaba usar tu ropa, tenía tu olor. Compraba huevos, chile y tortillas. De vuelta al departamento y con las compras en la mano, me veía radiante. Lo sé porque la gente me sonreía sin motivo y porque tú estabas en mi cabeza. Pensaba en qué cara pondrías esta vez cuando llegara con el desayuno a la pieza. Abría la puerta de la entrada silenciosamente y me dirigía a la cocina. Cocinaba con amor. Cocinaba pensando en tí. Subía las escaleras cargada platos y cubiertos, los dejaba en la mesa de la entrada, te miraba y me iba a abrir la puerta que daba al balcón. Ordenaba todo para tomar el desayuno contigo. Iba a la cama, te abrazaba, te hacía cariño en la espalda, te tocaba el pelo, te olía.... eras tan mio. Era todo tan intenso. Eran destellos de amor por mis poros. Te susurraba al oído que el desayuno estaba listo. Abrías uno de tus hermosos ojos azules, me mirabas, sonreías, me decías ¿cómo amaneció la mujer más linda del mundo sin maquillaje?, me dabas un beso con sabor a mañana y salíamos al balcón. Comíamos en silencio mientras veíamos a la gente pasar por la calle. ¿Sabes Ty? Esos fueron los días más felices de mi vida.
Hoy abro los ojos al despertar y te busco y aún no entiendo que nunca más te voy a encontrar a mi lado. Hoy huelo tus poleras y me impresiona que aún expelan tu olor. Hoy te pido que te aparezcas pero creo que no puedes. Hoy te lloro con un cuchillo que gira en alguna parte de mi cuerpo que no sé bien cuál es, pero me estoy aprendiendo de memoria la intensidad del dolor y esos segundos cruciales. Y mi amor, puedo decirte sinceramente, que fuiste la persona que convirtió mis mañanas más maravillosas, a las más tortuosas.
Te amo de aquí de la tercera dimensión, en la tierra, Santiago de Chile, corazón latiendo. ¿Cuándo me vas a avisar adónde estás tú?

3.24.2008

En - 10

Yo también tengo que partir de cero. El amor de mi vida, mi canadiense querido, se murió el 2 de marzo, sin que la ciencia haya dado ningún tipo de explicación al respecto. Pueden clonar humanos pero no me pueden decir qué le pasó en su último respiro. Nos habíamos conocido en México cuando ambos estábamos tratando de partir de cero. Yo con mi intercambio y las ganas de cortar alas, y él dándole un vuelco a su vida trabajando como profesor de inglés. Juntos partimos de cero cuando decidimos irnos a vivir bajo el mismo techo. Éramos de esas parejas entretenidas, mejores amigos, apasionados en todo lo que pueda abarcar esa palabra. Siempre pensamos que conocernos era fiel lectura del destino. Cuando cada uno tuvo que volver a su país, apareció de nuevo la partida de cero. Los planes eran vernos en unos meses más en Chile, pero para variar la vida se interpuso. Para demostrarme su amor llegó a Chile en enero donde recapitulamos los mejores momentos de nuestras vidas: cuando estábamos juntos. Las maletas estaban listas para seguirme en mayo a Canadá, donde Ty me estaría esperando con departamento y la esperanza de formar familia. Y justo en el momento en que logré entender y vivir aquella felicidad absoluta y completa, se fue como un chasquido. Ahora leo tu historia y me siento como la señora del 3C, sólo que sin hija, hablando español y extrañando lo que nunca fue. Tengo que partir de cero pero ya no necesito ni los empujones porque me rendí. En una par de días me llegan un poco de sus cenizas adentro de un collar que me regaló su hermana en el velorio. Ahora me queda terminar este cero que no logró su fin, para empezar otro, pero al parecer hay que tener harto más que ganas.Dile a Martín que yo también me quedé con las ganas de re-enamorarme y ojalá, eternamente. La vida me debe eso al menos. Ahora le daré a Mario las gracias por darme tu link.

Respuesta a una historia escrita con encanto,de Javier Hurtado
http://javierhurtado.wordpress.com/2008/03/02/partir-de-cero/

12.01.2007

Navidad y la Bicicleta

Robaron en mi casa. Lloré cuando supe que entre las pérdidas se encontraba mi bicicleta. Por meses tuve que volver a subirme al transporte público, detestándolo cada minuto. Mi rostro extrañaba el viento en contra, y mis manos, la tensión del manubrio. Pero no tenía dinero para comprarme otra. Llegó la navidad y como era costumbre, llevamos a mi hermano chico a la plaza para que buscara al viejito pascuero. Casi me muero cuando volvimos a la casa y vi una bicicleta en el patio. La tarjeta decía “para Javiera, mi ciclista favorita”. Miré a mi papá, y él me sonrió.

Ganador del concurso de cuentos de bicicletas de 100 palabras "Dale atracción a tu creatividad".

7.26.2007

El Metro y sus ojos reflectores

Voy en el metro. Es de esos días que lo único que quiero es escuchar música, vivir de la frialdad y no hablar con nadie. Imploro que no se suba nadie conocido. Imploro también que no me ocurra nada que implique una respuesta. Me siento y vuelvo a implorar que no se suba nadie de la tercera edad para no tener que pasarle mí asiento.

Pero hay gente por todo el alrededor y acabo de descubrir un serio problema: el reflejo que provocan las ventanas. Veo ojos por todos lados. Estoy acá, cansada y nerviosa, tratando de evitar esos ojos. Miro al frente, ojos. Miro hacia el lado. Más ojos. Pupilas y más pupilas. Y yo… pues ¡Yo no quiero ver más!

Miro disimuladamente hacia un lado y ahí están. Miro hacia al otro, y me encuentro con otros. Par de ojos mirándome directamente. Decido subir la música, relajarme al ritmo de ella, y cerrar los ojos. Y así voy. Llevo aproximadamente 4 estaciones con los ojos cerrados. El problema es que no dejo de sentirme observada, pero al menos no tengo que devolver la mirada.

- Señores pasajeros, Escuela Militar, Estación Terminal, todos los pasajeros deben descender del tren -. Abro los ojos y salgo caminando rápido absorbida en mi propia ceguera y disfrutándola con todos mis otros sentidos.

7.25.2007

Predicciones de una Alameda sin viejos

Estoy a punto de cruzar la Alameda. El semáforo me indica que no cruce. ¡Stop Javiera! Pero no vienen autos. Quiero cruzar. Cruzo o no cruzo. Podría correr. Pero odio correr. Cruzo o no cruzo. Levanto un pie. Me animo. Ahí voy. ¡Mírenme! Volaré la Alameda con mis cortas piernas. Siento un ruido extremo en mi oreja. Una bocina. Me paralizo. El corazón se aceleró. Casi me atropellan. Vuelvo a pararme sobre la berma. Mejor esperaré a que el semáforo me diga qué hacer. Pienso que me gustaría haber vivido en la Revolución Científica de Europa, ntes de que los relojes fueran indispensables. A veces no me gusta esto de vivir atada al horario. Tampoco me gusta vivir atada a las máquinas. Sin embargo, vivo atada al computador, a la tele, al auto, al teléfono, al microhondas, al metro, a la micro. Puede que en el fondo ame en exceso a las máquinas. Me asusto. Creo que mi vida depende de una máquina. Hace frío. Me dan ganas de tomar chocolate caliente. Para eso necesito una máquina cerca. Amo las máquinas de chocolate caliente, pero no hay máquinas de chocolate caliente cerca. Odio que las máquinas me creen vicios y que luego no estén donde las necesito. El semáforo muestra a una persona parpadeando de color verde. Ahora si puedo cruzar. ¡Gracias! ¿Quién habrá inventado el semáforo? Claramente no pensó en los daltónicos eligiendo esos colores. Camino. Miro a la cordillera. Hermosa cordillera. No hay tanto smog como otros días gracias a la lluvia. Que siga lloviendo. Sigo caminando. La persona del semáforo empieza a parpadear en la mitad de mi camino. Tengo que correr. Y repito: odio correr. Vuelvo a odiar a las máquinas. Odio a este semáforo apurón. Odio a quien inventó el semáforo. Desearía conocerlo para manifestarle mi odio a correr y a estar atada a su tiempo. No debería odiar tanto pero, ¿Qué haré cuando sea vieja y no pueda correr? No podré andar más por la Alameda. Pobre Alameda. Se quedará sin viejos.

11.10.2006

El arte de dominar al fuego


México. Estado de Jalisco. Guadalajara. Jueves por la mañana. Pies cansados transitando por las pequeñas calles de Tonalá, quien nos abre sus puertas para descubrir el trabajo del vidrio soplado. Llegamos a una fábrica. Entramos. Se siente un ruido ensordedor. Se escuchan risas y conversaciones detrás de las rejas que nos separan de los trabajadores. Con una llama de fuego sobre sus caras comienzan a verse acalorados. Pero no les importa. El trabajo va primero.

Su organización es implacable. Aparece un señor robusto y de bigotes, que con un popote, va sacando los pedazos de vidrio que reposan en una caja, esperando ser derretidos en un baño de fuego. El popote, agonizando de dolor, entrega su vida por los pedazos de vidrio, introduciéndose en un horno de fuego.

Tres hombres, diestros con sus herramientas como malabaristas, van turnándose silenciosamente para sacar poco a poco el vidrio derretido que se encuentra tranquilo esperando en un rincón. Uno de estos hombres toma un popote que tiene en la punta algún tipo de material específico para el trabajo, ya que al introducirlo al horno no se derrite. Con el popote adentro del horno, las manos del hombre comienzan a moverse, dándole arte y movimiento. Su rostro se encamina con una mirada perdida al horizonte, de lado, y con el único fin de evitar el contacto con el fuego, el cual arde insaciable tratando de retener al vidrio. El popote por fin es retirado del fuego, y aparece como una antorcha, una luz de vida que crecerá con la forma que el artista de vidrio soplado quiera otorgarle.

Acercan el palo a una mesa, colocando la punta hirviendo cuidadosamente y la van girando de una manera muy suave. Un soplo por el otro extremo basta para que el vidrio comience a tomar vida. Y es que son increíbles las cosas que son capaces de hacer las manos del hombre. Y como cualquier escultor, comienza la creación.

Mientras van moviendo el popote van pensando qué le pueden hacer. Algunos bañan la figura en vidrios de colores, los que se adhieren como imanes incontrolables. Otros en cambio, prefieren jugar con el aire, soplando hasta hacer magia con sus pulmones.

Distintas herramientas se pueden divisar alrededor. Triángulos, cuadrados, todo tipo de figuras de metal que vivirán luego de que el vidrio hirviendo como lava recorra sus extremos. Con un poco menos de luz, la fábrica de vidrio parecería un jardín de luciérnagas volando por el aire.

Lo impresionante de este tipo de obra es ver cómo conviven juntos el agua, el fuego y el aire. 3 tipos de energía natural que se unen, que se funden en una figura hecha por mano humana. El agua es vital para el proceso. Sin ella el fuego ardería y el vidrio jamás perecería. Ella es quien apaga con su frialdad cálida, al fuego.

Y así es como el hombre logra dominar un pedazo de la naturaleza. Usarla por un objetivo: una pieza de vidrio.

Afuera de la fábrica se pueden ver distintos tipos de tienda. Lo interesante es que no son tiendas comunes, sino que gracias al vidrio toman vida. Flores, los dulces, estrellas, corazones, chiles, vasos, jarrones, frutas, ceniceros y copas son de vidrio. Todas unidas dan la sensación de movimiento, de vida y de color.

10.01.2006

Guadalajara un sábado por la noche.

En Guadalajara un sábado por la noche. Nos dan el dato de una fiesta muy lejos de donde vivimos. Éramos 13 amigos tratando de ver cómo llegar a la fiesta en micro, con mapas, cervezas y cigarros en la mano. Suena mi celular: “chilena, ¿dónde queda tu fiesta?, ¿Quieres que pase por ti en auto?”. Claro querida mexicana – contesto. Mis amigos partieron caminando para tomar la micro y a mí me pasaron a buscar media hora después a la casa. Iba muy cómoda en el auto, cuando comienzan los relámpagos. Me pongo a pensar en mis pobres compañeros que debían estar dentro de la micro. Una rápida gota se transformaron en millares. Caían y caían, sin consuelo. Las calles comienzan a inundarse. La conductora del auto, a estresarse. Paramos a esperar que bajara la lluvia, pero sólo veíamos olas - literalmente - a alrededor. Después de media hora, paró un poco la lluvia, bajó la marea y nos encaminamos a la fiesta.

Llegamos. Cantidad infinita de extranjeros refugiados bajo un techo. Todos mojados, yo con frío. Se ven en las manos kosakos y cervezas. Las cabezas se mueven al ritmo de la música electrónica. Vuelve a aparecer un torrencial de agua cayendo desde las nubes. La gente ya más alcoholizada baila apretada debajo de la terraza. Se vuelve todo un poco incómodo y los minutos pasan lentamente. Las sonrisas se empiezan a transformar en desgano. La música se apaga.
¿Nos vamos? – pregunta Gabriel.
Pues vamos – contestamos al unísono.
6 extranjeros caminando. Charcos de agua debajo de nuestros pies. Se siente el comienzo del invierno. Con alcohol en las venas ya no importa el agua en los pantalones. Caemos casi a propósito a los hoyos de las calles llenos de agua que el Gobierno no arregla. Alguno de los caminantes para un taxi, pero parece que cobra muy caro y lo deja ir. Que venga el siguiente por favor - imploramos todos al cielo antes de que llegara otro lluvazón. Y llega. Abre la puerta y Gabriel le pregunta – “por cuanto nos lleva al centro”. Por 90 pesos – contesta el taxista. Accedimos. Nos subimos los 7. George el gringo adelante, mirándome como si estuviera loca porque me rio fuerte. Mariela la chilena en la ventana izquierda diciéndome que le duelen los pies con mis tacos. Audrey la francesa un poco más adelante, riéndose de todo lo que digo porque no entiende nada. Al lado yo, la otra chilena, con kosako en la sangre. A mi derecha, Gabriel, el chileno gozando con Vicky la brasilera encima de sus piernas.

Sin orientación ninguna adentro de ese taxi, comienzo a hablar. Risas. El taxista se empieza a soltar y conversa con nosotros. “Tengo hambre” – comenté. El taxista me mira, hace un movimiento con las manos debajo del asiento y dice - Pues mire, aquí ando trayendo unos tacos, si quiere se come uno -. Impresionante. Juro que no logro entender cómo aparecen tacos de todas partes. “Se lo agradezco mucho” – le dije, mientras me pasaba una bolsa llena de salsas y tacos servidos con cebolla y carne molida. Como uno, todos mis compañeros se ríen. Vicky no aguantó el olor y pide uno también. El taxista sólo se ríe mientras sigue ofreciendo su comida a todos nosotros. Siento mi boca llena de cebolla. Dije un comentario con respecto a eso. Parece que fue muy divertido porque Vicky soltó una risotada llena de cebolla y carne que cayó en mi hombro. Más risas cómplices entre todos. El taxista lanza un carcajada mexicana. El taxista va con una sonrisa en la cara. Lo sé porque lo voy mirando por el espejo retrovisor. El taxi llega al centro. “Llegamos” – dice un tanto apenado. Yo sólo pienso lo entretenido que debe ser encontrarse a este grupo de extranjeros, cada uno con su lengua, con su acento, con sus peculiaridades, llenos de risa y entreteniendo la noche. Desde hoy quiero ser taxista y subir a mi coche extranjeros como nosotros, que nos queremos tanto.


Pd. Notan mi acento mexicano?

5.24.2006

Cara a cara con el micrero


Estoy en el paradero, atrasada como siempre. Por suerte veo que se acercan 2 micros. Me para la 342. Me quedo en los primeros escalones, mientras escucho a ese alguien que iba adelante alegando.
– Por Dios que wevean – pienso descarada, irónica y restrospectivamente.
Después de unos segundos, quedo cara a cara con el micrero. Le muestro mi pase escolar, le pongo los 120 pesos en la mano…pero para variar, esto no es suficiente.
“Ese pase escolar dejó de funcionar ayer” – me dice mientras yo voy sintiendo que mi cara se pone roja de ira. ¿Cómo que dejó de funcionar ayer? – le respondo histérica. Me mira a los ojos y dice - Si pues, acaso no ve las noticias, la media cagaita que tienen los escolares en el centro - . Claro, claro, usted bien lo ha dicho, los escolares. Yo soy universitaria y no tengo nada que ver con esas protestas. Además el Ministerio de Educación dejó que usáramos estos pases hasta fin de mes – le contestó a “don micrero” mientras pienso en el maldito ¡Porqué porqué porqué cada vez que me subo a una micro pasa algo inaudito!
“Señorita, si no me paga los 350 pesos se baja de esta micro”, fue su respuesta. Y como el reloj avanza y mi tiempo se va haciendo cada vez más limitado le pago sintiéndome la más vendida del mundo. Me voy al final de la micro y estaba ese otro individuo/estudiante que también había discutido con el chofer. Nos miramos y tuvimos un momento de cómplices. Le dije que esto no se iba a quedar así. Decidí llamar a alguien para que me corroborara la mentira del chofer (porque también podía ser que estuviera diciendo la verdad). Andrés me dijo que el pase funcionaba hasta fin de mes y con esa información, partí a hablarle al micrero. Éste jamás se imaginó que yo llegaría a darle la cara. – Mire, lo vamos a hacer bien simple. Acá está su boleto, me pasa mi plata y me deja en el próximo paradero -. Me miró atónito. – Acabo de llamar al Ministerio de Transportes y dijeron que el pase seguía funcionando hasta fin de mes y que por lo tanto, lo que usted está haciendo es completamente ilegal. Anotaré su patente, así que no espero que no le quepa la menor duda de que tomaré las medidas necesarias por aprovecharse de la situación de los estudiantes – continué.
“Señorita, es que a mi me mandan, yo sólo sigo órdenes”. – ¡Calle señor! Tendrá entonces que saber qué tipo de órdenes podrá acatar, y que usted no es el que gestiona las políticas de transporte, además que ni siquiera tiene ahí boletos para estudiantes, así que no me venga con más mentiras, y ¡Déjeme en el paradero! -.
Me bajo, saco lápiz y papel y me pongo delante de la micro anotando el número de la patente, gozando con la mirada pecadora y arrepentida del micrero. Me siento reina y presidenta. Déspota y tirana.
Si en ese momento la historia hubiese sido un comic, habría comenzado a reírme a carcajadas y transformando en el monstruo de los micreros, mientras les lanzaba fuego por la boca. Acoto que para aquellos que piensan que viviré llena de gastos, se equivocan... cambio los gatos por números de patente de micro en mi cama, porque esto ¡no se acaba aquí!

4.27.2006

Me bajan de la micro!

Vengo saliendo de clases. Tomo el metro, y aunque exista la combinación Tobalaba (que me deja mucho más cerca de mi casa), opto por no tomarlo debido al caos de la masa. Me bajo en Escuela Militar y camino al paradero que NO me corresponde, pero no importa, ya que es justo ahí donde para la micro. Me subo y me quedo en el primer escalón, dejando que pasen primero los mayores. El señor que paga antes que yo, entrega 500 pesos. Le dan el vuelto y se va a un asiento. Es mi turno. Pago con con 200 pesos y muestro mi pase escolar. Pero no, para mí no hay vuelto y me bajan de la micro.
Chaaa, yo no tengo vuelto - me dice el micrero, haciéndome gestos de indiferencia que comenzaron con mi ira.
Bueno y ¿qué hago? No tengo los 20. ¿Le pago 100 no más? - le pregunto inquieta.
Me mira con rabia y responde - Se va a tener que bajar no má.
Oiga pero qué culpa tengo yo que usted no tenga 80 pesos!!! No tengo porqué pagarle 200! Sabe que más, me bajo, y me bajo con gusto!
Para la micro, me abre la puerta y me bajo. Me consume la ira. Me doy vuelta, miro al chofer y le digo: ¡Lo encuentro insólito, por algo se quedaron sin pega!!!
Sigo caminando y la micro me empieza a perseguir. Iba marchando lento a mi lado, tratando de asustarme. Y lo consiguió por que la ira se transformó en miedo. La bocina suena y suena en mi oído. Vuelve la ira. Me doy vuelta mientras la micro pasa a mí lado y le levanto el dedo de al medio y le tiro un beso. El chofer lanzó una carcajada y los pasajeros me compadecen con sus ojos y una sonrisa solidaria.
Es otro día más en Santiago.

11.28.2005

Voladas

Ahora estoy volada en clases. Decidí que quería fumar antes de subirme a la micro para entreterme, pero no sabía que me duraría tanto rato. Venía en la micro con una gran sonrisa, sintiéndome observada, pero con los ojos clavados en la ventana, analizando la arquitectura y distintos cambios que ha tenido mi ciudad. O tal vez son voladas mías.

Estoy sentada en clases. Me siento rara. Más cachetona que de costumbre, y de tanto reirme se me estiró la piel. Me duele. Debería andar con crema todo el día. O deberían existir cremas que duraran todo el día. La volá.

El profesor habla. Me aburre su aburrimiento. Se viste siempre igual. Qué maniático. Me mira y cree que estoy tomando atención a lo que dice. Pero profe, no! No sabe que estoy escribiendo de lo que aburrido que es. Me miró de nuevo. No aguanto empezar a reirme. Agacho la cabeza. Cree que estoy anotando la materia...pobre. Igual se ve amoroso. Debe ser de esos papás liberales intelectuales. Mmmm no sé porqué pensé eso...voladas.

Una compañera acaba de responderle una pregunta al profesor. Y se equivocó. Todos se rieron. Qué pena. Me pasó eso hace poco y fue lo peor. Adelante están sentadas la meche y la sabor. La meche está vestida a rayas, pero se ve triste. Y se aisla y me da pena que se aisle. La sabor está tan alegre como siempre. Vestida pero como jamás antes de lo descoordinada, rayas para abajo y rayas para el lado. Pero se ve linda. Tengo ganas de gritarle que se de vuelta pero se ve concentrada. Ahora tengo ganas de reirme...psssss, sabor!! me estoy riendo!!! Hola saborr!!!! Jaja. Me río sola y el profesor justo me miró. Definitivamente piensa o que estoy loca o soy tonta.

La meche acaba de hablar y para variar dijo una pregunta tan inteligente que todos la miraron como "wow, qué mujer". Y después miraron al profesor para ver si estaba bien lo que dijo. Obvio que sí está bien, giles! Están hablando del trabajo doméstico. Echo de menos a mi nana, la cristi. Ahora se estaría riendo conmigo diciéndome: no coma eso que engorda. Mejor que no esté.

Estoy cada vez más aburrida. ¡Sabor po! Date vuelta!!! Es lunes. Es aburrido el lunes. Hasta su nombre es aburrido. L U N E S. Buu! Lindo es venuz. Qué estilo, qué sensual. Claro que no me ha servido de mucho, pero algo es algo. Me estoy sintiendo jorobada. Debería empezar a sentarme bien. Pero es lo que más me da lata ahora. No, creo que tengo que trabajar. Y eso si que me da lata. Como que parece que estoy un poco chata de todo. Quiero viajar. Quiero irme a Asia o a Europa. Todo menos Estados Unidos. Me carga USA. The blood the crips and the k.k.k. jaja. Qué es buena esa canción!


Pd. encontré un papel escrito con todo eso, que fue hace 2 años y medio en la universidad. La Sabor ya no es mi compañera, y la Meche se va de intercambio a México. Ya me fui pa Europa y mi mamá está en USA.

8.30.2005

Escuchando música clásica en la Micro.

Sé que vengo llegando de un maravilloso viaje de mochila al hombro por Europa, y que mi obligación es contar todas las increibles - y otras no tanto - que viví a lo largo de un mes, recorriendo 5 países.

Pero el otro día, viernes 26 de agosto para ser más exacta, recién integrándome a la vida universitaria, al estudio y al medio de transporte chileno (uno de mis temas fetiches), me subí a la micro y comprobé una de mis grandes teorías.

Aquí va la historia.

Me estacioné en Bilbao, casi a la altura de Tobalaba, lugar donde me estaciono cuando voy muy atrasada a la u, luego cruzo y me tomo cualquier micro que vaya hacia la Alameda, generalmente llenas y todos con cara de sueño, stress o desconcierto (me encanta analizar a las personas); escondiendo mi pase escolar entre las manos y con cara de lástima para que la micro para - como pueden haber leído en historias anteriores -.

La distinto de esta vez, fue que subiendome a la micro y alzando mi cabeza, veo a un chofer fuera de lo común. Tenía cara de "serio", con anteojos y un cabello perfecta y meticulosamente ordenado.

Si bien abrió la puerta de la micro en segunda fila - lo que no dejó de molestarme - abrió la puerta, vio mi pase escolar, aceptó mi dinero, me sonrió y dejó que pasara sin mayor problema, entregándome mi boleto.

Me fui a sentar al final, en el asiento alto que hay adelante de la puerta trasera - otra de mis alegrías diarias para poder mirar a la gente que se sube mientras escucho música - y noté que algo peculiar estaba ocurriendo. La gente que estaba arriba de la micro iba relajada, mirando hacia afuera con un aire romántico o pensativo. Me saqué mis audífonos, y para mi sorpresa, oigo la música clásica que el correcto chofer estaba haciendo escuchar a los pasajeros.

El chofer en este caso, parecía ser el padre llevando a sus hijos al colegio.
Debo decir que fue tanto el placer que me causó la música clásica, que me saqué los audífonos, apagué mi música y me fui disfrutando de Mozart, o quien haya sido el maestro.

El trayecto fue lejos el más agradable que he tenido en mi vida. Sin embargo, parece que el chofer se aburrió de tanta tranquilidad y cambió la radio, y así llegamos a escuchar las noticias. La gente pareció salir de su trance, para comenzar a mover los ojos de un lado para otro, como signo de concentración.

A lo que quiero llegar con todo esto es: ¿Creen que la música tiene un efecto potencial en el comportamiento o actitud de las personas?

Yo desde que conozco lo que es la música, que soy fiel a esa teoría. Bueno, por algo existen los punketas, los góticos, los hip hoperos, brit poperos, funeros, soulseros, salseros, etc, etc., cada uno con distintos comportamientos y miradas frente a la vida.

Sin embargo hay gente que me contradice y piensa que no tiene nada que ver, que es algo que va con la personalidad, que va con la vida, con el estado de ánimo con el que se levantó, etc. Pero yo, cada vez que estoy feliz, amurrada, triste o enojada, y me conecto a mis audífonos y escucho lo que haya grabado días antes, me tranquilizo, voy feliz, me gusta andar en micro, pasear, e incluso caminar grandes trayectos. Tanto es, que a veces cuando estoy llegando a mi casa, y escuchando mi cd favorito de la semana, prefiero ir a darme más vueltas con un cigarro, y esperar que se acabe.

Es más, tengo una canción para cada recuerdo, una canción o estilo de música para cada pareja que he tenido; una canción paa cada momento feliz, para cada momento triste, para la euforia, o para cuando sólo quiero estar sola con aquella melodía.

Y eso es la música para mí.

¿Qué creen ustedes? Es un efecto curioso que me encantaría estudiar y leer los comentarios.

6.13.2005

Cuidado con Valparaíso.



A pesar de ser una de las ciudades más lindas de nuestro país, y reconocida mundialmente por su arqutiectura, cultura y gente, hay que andar con cuidado. Les cuento porqué.

Una vez decidimos irnos a carretear a Valparaíso con una de mis mejores amigas, la Caro. Salir del stress de Santiago, -clásica excusa para irse a carretear afuera-. Llegamos a la casa del Chancho, un amigo que vivía allá, quién nos prestó una pieza para dormir. El Chancho con el Nico (mi primo), se fueron a carretear a Viña y me dejó a cuidado las llaves del departamento.

La Caro y yo salimos con dirección al Puerto. Mientras estábamos esperando micro ahí al frente del Congreso, me puse a llamar por celular al Chancho para decirle que le había dejado bien cerrado su depto (soy un poco maniática para esas cosas).
- Aló, Chancho. Te llamo porque siempre me pasan cosas raras, asíque te aviso que déjé bien cerrado el depto., apagué el gas y me fijé que estuviera todo en orden.
- jajaja gracias chika. Nos vemos.

Estoy colgando el celular, cuando pasa un tipo pasa corriendo y trata de quitarmelo. Como me habían robado 4 celulares hasta ese momento, pasó algo inconciente y no sé cómo logré sostenerlo entre mis manos y no lo alcanzó a robar. Con la Caro quedamos asustadas. Sugerí que nos subiéramos inmediatamente a una micro porque estábamos en territorio peligroso. Muchos ojos mirándonos...

Yo andaba con un bolso cruzado que al parecer resultó ser muy tentativo para unas mujeres. ¿Por qué? Porque con la Caro paramos una micro. Ésta paró. Le pedímos al chofer que nos llevara por unas monedas. Accedió. Estaba subiendo un escalón, cuando siento que me tiran el bolso. Creí que era la Caro y me puse a reir, - Cortala po! - le dije. Cuando la fuerza con la que me tiraban el bolso hizo que me bajara de la micro, me asusté. Le supliqué al chofer que partiera antes de caerme, pero él esperó a que yo me cayera, muy pasiva y amablemente. Claro, las micros paran cuando uno NO lo necesita.

Me bajan de la micro. Eran 3 mujeres. Feas, por lo demás. Una de ellas me agarra el pelo desde debajo de la nuca y me hace mirar al suelo. Mi cuerpo estaba todo doblado. Otra mujer trataba de sacarme el bolso pero por la posición de mi cuerpo, era muy dificil, pero el forcejeo era insportablemente doloroso. Otra mujer, miraba alrededor por si llegaban carabineros. La Caro les pegaba y gritaba "Ayuda!!!", pero, ¿ustedes creen que alguien paró a ayudarnos? Nadie, y más encima estábamos en una zona de restaurantes con mucha gente transitando por la vereda.

- Pásame la wea po weona – me dice una mientras me empieza a tirar muy fuerte el pelo.
- Pero suéltame pa pasartelo po! Si así no puedo! – decía yo entre lágrimas y sollozos.
- Ayúdenos – gritaba la Caro en vano porque las 3 mujeres tenían una estrategia comunicacional (ven que sirve lo que estudio), y le decían a la gente que yo era una "maraca" que le había quitado el pololo, y mi teoría para que nadie ayudara, era que como me vieron tan bonita, creyeron que era muy posible que le quitara el pololo a alguien. Espero estar en lo correcto porque o si no, me impresiona la falta de solidaridad de aquellas personas.

Me armé de valor. Me acordé que hace poco había estado en clases de aerobox. Mientras tenía la cara mirando al suelo, alcanzaba a verle los pechos a mi contrincante. Alcé mi puño y le pegué un combo en las "pechugas". Le dolió. Lo sentí porque me tiró tanto el pelo que me sacó un mechón entero y me tuvo que agarrar desde otra parte de mi adolorida cabeza. Me comenzaron a tirar tanto el bolso, que mi cuello estaba rojo de dolor. Sólo quería soltarme para pasárselos y que me dejaran tranquila. Decidí seguir con la estrategia del golpe para que me soltara. Le pegué una patada suave en su entrepiernas. Eso si que le dolió. Lo sé porque vi su cara. La Caro seguía gritando por ayuda. Y en eso, aparece el héroe de esta historia, diciendo:

- Oye weona suéltala! Tu me estabai tratando de cogotear antes! -. Y agarró a dos. Una ya había salido corriendo. Así es la lealtad. Otra se soltó. Y la tercera, estaba ahí atrapada, aunque se logró soltar también gracias a un señor que iba pasando y la ayudó. Idiota.

Y nos soltaron. La Caro y yo salimos corriendo y llegamos a un restaurant. Los mozos y la gente que estaba comiendo, nos miraban raro. Nadie entendía porqué habían entrado dos mujeres llorando. Además que yo parecía una loca, con el maquillaje corrido, con el pelo como loca y el cuello rojo. Una de las mujeres se paró afuera de la puerta y nos empezó a hacer una seña terrorífica: se pasaba el dedo índice por el cuello y nos apuntaba. Yo no podía parar de llorar. Creo que nunca había tenido tanto miedo en toda mi vida.

Llegaron los Carabineros. ¿Quiénes son las afectadas? – preguntaron. Salí yo diciendo. Míreme no más pues, yo soy la afectada y mi amiga.
- Bueno, súbase usted al auto.
- Señor carabinero. ¿Entiende que nos acaban de asaltar, de pegar y estamos asustadas? No puedo dejar a mi amiga acá. Imposible.
- Bueno ya, que se suba también.
Nos subimos al auto policíaco, y nos ponemos a dar vueltas por la plaza que está al lado del Congreso.
- Disculpe señor, pero, si usted fuera asaltante, ¿se quedaría en la plaza esperando que los carabineros lo arresten? Yo no. - Dije un poco sulfurada.
- Silencio. Este es el procedimiento. - Me contestó con autoritarismo el carabinero.
Y me calló la rabia, y el miedo.

Le pedí que nos fueran a dejar al departamento y que esperaran hasta que entremos. Accedieron. Paró la camioneta en la puerta. Nos bajamos. Y partieron. No sé qué parte de “Esperen que entremos” no entendieron.

La Caro y yo subimos. Me puse a llamar a todos los que conocía en Viña para que nos fueran a ayudar. Así llamé a un amigo que no veía hace mil años y partió a vernos. En el camino compró mucha cerveza. Entró al departamento, y llegamos todos a la misma solución: que para pasar el miedo, había que tomar. Y tomamos.

Tomamos y partimos a carretear al Puerto. Ahora me arrepiento mucho de haber hecho eso. Fuimos a La Locomotora. La Caro se fue a bailar con un tipo y yo me quedé conversando con otro. De repente, mi compañero me dice que se va. Y se fue. Y prenden las luces del local. Deben haber sido las 5 de la mañana. Me puse a buscar a la Caro. No estaba. Se acabó la música. Me asusté. No tenía plata para devolverme, ni el coraje para salir sola por temor a ver a mis asaltantes.

Estaba sola. Salgo del local. Me siento en la berma y me fumo un cigarro. Me empiezan a car lágrimas. No tenía ni el celular para llamar a mis primos o tíos de Viña. Decidí que por el estado etílico de los hombres y lo peligroso de Valpo. a esa hora, lo mejor era subirme a una micro.
- Señor, me lleva por favor??? Estoy perdida y no sé cómo llegar - dije llorando.
- Súbase no más y se sienta acá al laito mío.
Me subo a la micro y empiezan a molestarme todos los hombres que estaban adentro.
- Venga lolita, siéntese acá. - Y se escuchaban risas.
Pero me senté al lado del chofer. Le expliqué lo que me había pasado, y seguí llorando.
- Oiga mijita, pero si quiere, me acompaña en todo mi recorrido y después yo la voy a dejar.
Si, y ¿la cara de imbécil me la vio dónde?. Le dije que no, que muchas gracias, y me asusté aún más.
Empieza a andar la micro, cuando veo a la Caro en una esquina con su amigo. Le grité desde la micro que se subiera y la reté como nunca.
Cuando llegamos al Congreso nos bajamos, y nos pusimos a correr en silencio al departamento, suplicando cada una por su lado, que no estuvieran cerca las asaltantes. Corrí como nunca antes - y recuerden que odio correr -.

Llegamos al depto., seguimos peleando y la Caro agarró sus cosas y se devolvió a Santiago.
Cuando llegó el Chancho, ordené mis cosas y también partí.

Llegué a Santiago y llamé a mi mamá para que por favor me fuera a buscar a Escuela Militar. La vi, y me puse a llorar en su hombro. Horrible fin de semana. Ella se asustó por la cantidad de moretones que tenía en el cuello. Pensó que eran chupones y ya me iba a retar - como lo ha hecho antes -. Pero no. Eran huellas porteñas.

Desde ese día no hablé con la Caro hasta mucho tiempo más, que volvimos a ser igual de amigas que antes. Y viví con mucho miedo por bastante tiempo. Incluso me compré un electroshock, que a veces uso, así que ya saben: ¡Cuidado con la Chika! Ando eléctrica por la vida.

5.23.2005

Inventa el final!



Tengo frío. Paro la micro. Me subo. Me siento como siempre en los asientos cerca de la puerta trasera de la micro. Tirito. Miro hacia arriba y veo que la ventana está abierta. Me caen las gotas de la lluvia que afuera me espera. Miro alrededor. Hay mucha gente como para pararme y cerrar la ventana. ¡Qué estúpida soy! – pienso. Me decido. Lo haré. Me paro rudamente y la cierro. Me vuelvo a sentar. Suspiro aliviada. Una sonrisa victoriosa se marca en mi cara. Me siento una héroe. Soy la heroína de la micro. Alguien a mi lado me mira. Me intriga saber quién es. ¿Pensará que lo salvé de un resfrío y quiere agradecerme? Tímidamente miro a mi lado derecho. Nos miramos. Me dio una punzada en la guata. Miro al suelo. ¿Qué haría si tuviera un par de cervezas encima? Le diría “hola”. Conversaría. Lo invitaría a salir. Me falta la cerveza. Creo que me gusta este desafío. Siento como de a poco nuestros brazos se rozan. Me siento bien. Me relajo. Miro hacia fuera y veo que se acerca mi paradero. Me frustro. No me quiero bajar sin hablarle. Mi cuerpo grita. Sé que él tampoco quiere que me baje. Vamos, ¡háblame! Ya me voy a bajar, dime algo. Silencio eterno. Me paro. Permiso – le digo. Me sonríe. Me mira la boca. ¿Qué significa eso? Se para y me deja pasar. Se sienta. Me mira. Nos miramos. Toco el timbre. Quiero que se baje conmigo. La micro para. Se abre la puerta. Bajo un escalón. Bajo el otro. Se desploma mi orgullo. Abro la boca y le grito “bájate”! Me mira. Se para. Se baja conmigo. No sé qué hacer. Quiero que se suba de nuevo. Que se vaya por favor. ¡¿Qué hago ahora??!!!

5.21.2005

Hombres, el viagra y la viuda negra. ¿Qué os pasa compatriotas?



Con este título no quiero decir que las mujeres chilenas sean unas gatubelas liberales en la cama y los hombres unos pacatos de corta duración, pero hay algo que pasa y es preocupante: 300.000 jóvenes chilenos usan viagra. Ojo, jóvenes, no mi abuelo, ni el tuyo. Si no que mi primo, tu hermano y tu tío "lolo".

Por favor, a los que tomen viagra y lean esto, no se sientan ofendidos, sólo considero que la cifra es preocupante y que por lo tanto, el consumo del viagra no es algo personal sino que un fenómeno social que está ocurriendo en Chile. Algo pasa por la cabeza de los hombres chilenos, que se asustan, se espantan, creen que el preludio es algo anormal y que si la mujer no llega a un orgasmo, han fallado con la tarea ; y con las mujeres, la frigidez y el no poder disfrutar del sexo, lo que también es otro fenómeno importante, que casi siempre estén insatisfechas y por lo tanto, mal genios y estresadas.

¿Los chilenos no disfrutamos el sexo?

Tres cosas importantes.
1. Se dice que este alto consumo de los jóvenes está destinado a frenar el problema de la eyaculación precoz, pero chicos, el viagra no es para eso, sino que para la impotencia, y consumirlo porque si, es dañino para la salud. Para que sepan: el origen de la eyaculación precoz -> aumento de la sensibilidad del pene por factores irritativos, como la fimosis (estreches o exceso de prepucio), la micosis (hongos), alergia del pene al líquido vaginal o a ciertos preservativos y para eso, HAY QUE IR AL DOCTOR SIN VERGUENZA! (Urólogo)

2. Que las parejas no puedan llegar a un orgasmo no significa que el sexo sea malo. Hay muchas formas de pasarlo bien y el no llegar no debería ser un tema de frustración, sino que de comenzar a aplicar la comunicación en la pareja, atreverse a pedir y a hacer, relajarse y disfrutar el viaje.

3. Hay que perderle el miedo al sexo. ¿Porqué no podemos hablar de eso? ¿Porqué tiene que ser un tema privado o cochino? Escuchen: ES NORMAL, todos lo hacen...bien o mal, pero todos lo hacen, es parte de la vida y de saber pasarlo bien y a la vez, de saber CUIDARSE.

Qué tiene que ver la Viuda Negra en todo esto?
gracias a científicos chilenos, y a esta araña chilena, se descubrió que el veneno es un remedio para la disfunción eréctil y la insuficiencia cardíaca. Promete ser una verdadera revolución para el varón y el corazón. Algo irónico hay en que sea chilena, no?

El que quiera saber más que lea en: http://www.lanacion.cl/p4_lanacion/antialone.html?page=http://www.lanacion.cl/p4_lanacion/site/artic/20040426/pags/20040426200045.html

5.17.2005

La murtilla es Chilena o Australiana?



La murtilla es una planta originaria del sur de Chile, que se utiliza en la fabricación de dulces, mermeladas y chocolates, las hojas tienen propiedades cicatrizantes y protectoras de la piel. En medicina popular se usan para combatir el stress y como potenciador sexual.Se ha descubierto que tiene facultades cosméticas y de salud, y cada día tiene más fama en el mundo.

El problema es que hace un tiempo vino a Chile un Chef australiano, llamado Bernard Jenni, y que encontró que la murtilla era sensacional, y se llevó a su país en la maleta, la plantó y trató genéticamente, hasta obtener bastante y logró hacer un helado de murtilla que es hoy muy famoso y fino.

Chile no tiene normativas que regulen y protejan el patrimonio genético de nuestra flora y fauna, por lo que puede llegar cualquier persona desde cualquier lugar del mundo, y llevarse nuestras especies, alterarlas genéticamente y patentarlas en su país.

Y así es...el australiano la quiere patentar, lo que provocaría que quienes la cultiven, incluido Chile - el país originario - deberán pagar royalties.

¿HASTA CUANDO ACEPTAREMOS ESTO?
Qué poco progresista somos los chilenos.

más en http://ambiente-total.ucentral.cl/murtilla.htm

5.05.2005

Cuidadores de Auto: me pincharon la rueda





Me estacioné en Escuela Militar para irme en metro a una reunión de trabajo en Tobalaba, cuando aparece un cuidador.

Me dice: quédese ahí no más que los estacionamientos de más adelante están reservados.
Le respondo que quién los tiene reservados y porqué, que eso no se puede hacer.
- Mire mijita, quédese ahí no más y me paga a la vuelta
- Mmm no veo ni un parquímetro por acá cerca, digo yo.
- Ahh pero tengo mi persmiso municipal, quiere que se lo muestre acaso¡?
- si pues, muéstremelo.

Y el cuidador, hizo como que estaba sacando algo de su chaqueta, pero me respondió que no tenía porqué mostrarmelo.

Seguí caminando y me gritaba con su amigo: ayy cuiquita puntua! cómo serás en tu casa, qué hombre te va a soportar así, que pendeja más bla bla bla.

Me di vuelta y le dije que quién se creía que era, que con qué derecho me venía a hablar así, q se pudriera, y seguí caminando. Cuando llegué a la esquina de Apoquindo con San Pascal veo a un carabinero y le dije: señor caabinero, acabo de discutir con el cuidador de autos y creo que le podría hacer algo malo al auto, me puede ayudar? Mijita, siga caminando y no se preocupe, fue su respuesta.

4 horas después llego a mi auto, y tenía la rueda trasera rajada. Literalmente rajada. Viejo de mierda! Se me cayeron lágrimas de rabia y llamé a mi papá. Luego llamé al seguro pero por supuesto no cntestaron. Luego pasó un auto de seguridad ciudadana y como iba distraído no me vio. Ahí me puse a llorar a mares por la rabia y frustración, y justo pasan dos motos de seguridad ciudadana que me ayudaron a cambiar la rueda y prometieron que la próxima semana el cuidador de autos no iba a estar.

Qué rabia, qué impotencia, nada más que decir.

4.29.2005

Plan ciudadano con choferes de micro.




A las 3.10 pm del día 27, mi querido padre me pidió que lo fuera a dejar a su oficina. Llegamos a su oficina alrededor de las 4pm, que queda ubicada en Sucre con Antonio Varas. Dejé mi auto estacionado y crucé la calle para esperar una micro con dirección al centro. Lógicamente esperé en vano por 10 minutos porque no pasó ni una micro, así que me puse a caminar hasta Irarrázabal.

Note que en la esquina de Irarrázabal con Sucre había mucha gente esperando micro, justo en el lugar donde decía PARADA SUPRIMIDA. Unos pocos metros más allá estaba el paradero asíque caminé hasta él. Las micros se demoraron como 3 miutos en pasar - uno calcula todo cuando está apurado - y me sorprendió que todas paraban en el lugar donde estaba el grupo de gente y donde decía "parada surpimida".

Por lo tanto, para poder llegar a hora a mis clases, tuve que caminr al falso y prohibido paradero y lograr subirme a una micro. Le dije al chofer, - oiga cabellero (he decidido dejar de decirles "señor" porque generalmente me contestan que ese está en el cielo), el paradero es un poco más abajo - y con un gesto raro me hizo seguir caminando.

¿Quién tiene la culpa? Yo, por creer que se respetarían las señales del tránsito? El micrero por parar dónde no debía, o  la gente por esperar dónde no debe?

Dejo abierta la siguiente pregunta.:. ¿qué hacemos para cambiar esto? El que se quiera unir a un plan ciudadano para tratar de cambiar esto mediante el diálogo con el chofer de la micro en el instante en que algo malo esté ocurriendo - ya sea paradero diferido no correspondido, que no paró, decirle a la gente que el paradero está en otro lado, etc- que me avise. Estoy segura que esto se puede remediar si todos ponemos un poco de esfuerzo

 

4.20.2005

Luz Solar



Este año la luz eléctrica subirá en un 20% debido a la nueva ley eléctrica, lo que implica que subirá el precio del metro, las cuentas y muchas otras consecuencias catastróficas para nuestros bolsillos, sumando también, el alza del petróleo.


Me encantaría tener el poder de elegir decisiones importantes a nivel ecológico para el país, como lo es la luz solar. Considero que sería una de las mejores inversiones, sobretodo para ciudades como Santiago, Concepción y Temuco que son lejos las más contaminadas del país.


Está más que claro que implementar luz solar en todo el país o estas ciudades sería carísimo y por ende, poco viable pero hay ideas buenas, prácticas y que serían una inversión a futuro, tanto a nivel ecolóigco como social y económico.


Por ejemplo, poner 1 poste de luz por plaza en las distintas comunas para que en caso de corte de luz, se puedan prender éstas y no estar en ascuas.  O también, en los campamentos de las mineras, se podrían cambiar los generadores y el ruido que tienen, por postes con luz solar, lo que saldría caro instalar, pero no traen cuentas más tarde.


Al que le interese el tema que se meta a esta página... a mi me parece la mejor idea que le podría pasar al país.


www.lumisolar.cl


 

4.06.2005

El Paradero Diferido y el estudiante

¿De qué sirven en Santiago los paraderos diferidos?
Caminar y caminar hasta que algún micrero
que sienta lástima por mi manera agónica de pedirle que se detenga
se apiade y responda a mi mirada.

No creo que los adultos entiendan la frustración del estudiante,
que cansado de procesar conocimientos durante todo el día,
llega al paradero pensando en todas las cosas que tiene que llegar a hacer a la casa
pero con el consuelo de una comida casera y un aposento para descansar.

Se encamina al paradero y esconde el pase escolar entre sus manos
por temos a que el chofer de la micro lo vea .
Pero no es suficiente... la cara del estudiante se delata sola
y como consecuencia, las micros bailan y desfilan
por las calles y avenidas de Santiago, sin ánimo ni intención de apretar el freno.

Mi pregunta es... ¿Cuándo entenderán que somos realmente el futuro de Chile?
Tenemos en nuestras manos los dominios para la ejecución futura de la política,
para aquel día en que se acaben los políticos conservadores de la Edad de Piedra,
y entren en función leyes adhoc con la contingencia chilena y el mundo.

Tenemos en nuestras manos jóvenes el poder de cambiar por completo
la mirada a veces ingrata, a veces nostálgica, a veces de orgullo y otras veces descontenta de nuestro país.
Somos el futuro de Chile por la sencilla razón de querer cambiarlo y vivir más que bajo una utopía,
en un Chile con cambios fundados en lo empírico.

Somos el futuro de este país, y lo único que veo es como se me pasa la micro
por tercera vez, a pesar de tener el pase escolar deshaciéndose en el refugio de mis manos,
a pesar de rogarle entre gestos y miradas que pare,
y a pesar de estar en el paradero diferido correspondiente.

Tal vez me encuentro inconscientemente predispuesta a que las micros no me paren,
sólo para no tener que sentirme culpable al mostrar el pase escolar.
Sentir esa mirada furiosa y gestos irónicos del señor conductor,
al entregarme el boleto - si es que me lo dan -, para terminar el acto con aquella mirada suspicaz y vengadora desde su espejo retrovisor, donde yo le devuelvo la mirada, esperando caerle bien con algún gesto amigo de reconocimiento,
para que me pare donde yo le pida.

Quien sabe... nadie sabe....
Lo único que sé es que es la hora de almuerzo, me levanté a las 6.45
y estuve 5 horas en una clase donde me dieron 3 trabajos...
Tengo hambre y siento como me late el cerebro.
Sé que tengo sueño, tengo que estudiar, tengo que hacer un millón de ensayos más,
Pensar qué voy a hacer en la noche y ... que ahí va la sexta micro que se me pasa.
Mejor camino hasta que pase otra total, un poco de smog no le hace daño a nadie, ¿no?